Los economistas son como los matemáticos. Deben ser capaces de construir modelos y utilizarlos para explicar el mundo que les rodea. También deben preocuparse por su aplicación práctica en situaciones del mundo real, en lugar de limitarse a comprender principios y teorías abstractos.
Los economistas suelen ser considerados investigadores a los que les gusta estudiar la economía desde una perspectiva teórica, pero también se espera de ellos que comprendan cómo su trabajo puede afectar a la sociedad en general (por ejemplo, determinando políticas).
En los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, una nueva generación de economistas se liberó de las limitaciones de la Gran Depresión.
Estos nuevos economistas trataron de responder a grandes preguntas sobre cómo funciona la sociedad y qué la impulsa. Sus investigaciones les condujeron a nuevas teorías y modelos que explicaban el funcionamiento real de las economías.
También analizaron cuestiones del mundo real como la pobreza y la desigualdad de formas que no se habían hecho antes.
Lo más importante fue que empezaron a comprender la interdependencia entre el crecimiento económico, el progreso tecnológico y el progreso social.
Estos economistas cambiaron la forma en que mucha gente veía la economía como campo de estudio.
A menudo se considera a los economistas como investigadores a los que les gusta estudiar la economía desde una perspectiva teórica, pero también se espera de ellos que comprendan cómo su trabajo puede
La vida de un economista es como la de un matemático, pero con mayor responsabilidad. Al igual que los matemáticos, debemos ser capaces de construir modelos y éstos deben ser útiles; pero debemos preocuparnos no sólo de la exactitud de nuestros modelos, sino también de su aplicación práctica, de su utilidad.
Un economista debe ser capaz de construir modelos y éstos deben ser útiles; pero no sólo debemos preocuparnos por la exactitud de nuestros modelos, sino también por su aplicación práctica, su utilidad.
Los matemáticos tienen ordenadores que pueden demostrar que sus modelos son correctos o incorrectos (aunque a menudo no lo consiguen).
Los economistas no tenemos ordenadores así: no podemos esperar obtener un resultado perfecto de nuestros cálculos simplemente mirando un número que tenemos delante.
Tenemos que ver cuánto dinero gastamos en sanidad, por ejemplo, y qué efecto tiene en nuestra economía en su conjunto, y luego calcular si esos efectos son positivos o negativos para la sociedad en general (o si hay alguna posibilidad).
Los matemáticos tienen modelos y ordenadores que pueden demostrar que sus modelos son correctos o incorrectos. Nosotros no. Así pues, debemos preocuparnos por las implicaciones prácticas de nuestros puntos de vista y políticas; en particular, tenemos que evaluar sus consecuencias en términos de los objetivos que pretendemos alcanzar en política económica.
La economía no es como las matemáticas. Se parece más a una partida de ajedrez, en la que los jugadores tienen objetivos distintos y sólo pueden mover las piezas del tablero según sus propias reglas.
Los economistas tienen modelos y ordenadores que pueden demostrar que sus modelos son correctos o incorrectos. Nosotros no.
Así pues, debemos preocuparnos por las implicaciones prácticas de nuestras opiniones y políticas; en particular, debemos evaluar sus consecuencias en función de los objetivos que pretendemos alcanzar en política económica (ya sea promover el crecimiento o mantener la estabilidad de precios).
Este es el texto de una ponencia presentada en la reunión anual de la American Economic Association.
El autor, el profesor David Altig, es presidente del Banco de la Reserva Federal de Atlanta.
Por tanto, es tan importante dominar la economía como las matemáticas. La vida de un economista no puede compararse con la de un matemático salvo en este sentido: aunque ambos se ocupan de utilizar las matemáticas al servicio de fines distintos de su propia verdad matemática, en economía hay más margen para el error y el fracaso que en matemáticas, porque hay más intereses humanos en juego y porque nuestra comprensión es necesariamente incompleta.
Los economistas no sólo trabajan con números, sino también con personas, instituciones y estructuras sociales; tratan de comprender cómo influyen estos factores en los acontecimientos económicos; intentan predecir acontecimientos futuros basándose en experiencias pasadas; ponen a prueba las teorías comparando los resultados reales con los previstos por la teoría (si es posible).
Este artículo forma parte de una serie dedicada al tema de la economía. Las entradas anteriores de esta serie pueden consultarse aquí.
En economía, necesitamos conceptos que nos permitan describir la realidad sin tratar de expresar todos sus detalles. (Eso significa que debemos utilizar palabras en lugar de cuantificadores matemáticos: generalidades en lugar de valores específicos. Las palabras son más flexibles y pueden utilizarse de distintas formas a lo largo de nuestros enunciados; las medidas cuantitativas se vuelven restrictivas y distorsionan la forma en que percibimos los fenómenos económicos si se utilizan rígidamente como si fueran verdades absolutas que tienen absoluta
Conclusión
Las empresas no pueden guiarse únicamente por medidas cuantitativas. Sus márgenes de beneficio son importantes, pero no son la única función económica que hay que tener en cuenta.
Cuando decidimos el nivel de rentabilidad de una manera y luego intentamos aplicar cualquier fórmula que queramos, puede llevarnos por caminos equivocados.
Debemos considerar cada empresa como una entidad única y utilizar palabras en lugar de fórmulas si queremos tener éxito a la hora de analizarlas.
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